El protagonista de esta historia nos traslada a un tiempo eminentemente pretérito, cuando la vida de un niño, hijo y nieto de mineros, transcurre entre amaneceres, atardeceres y anocheceres estivales contemplando el mar que siempre está presente. Y bajo él se hallan las minas de carbón, compuesto de restos vegetales que, con el paso de millones de años, se enriquecieron en carbono y transformaron en combustible fósil, sustento de la gran mayoría de familias de dichos pueblos mineros.

El niño nos lleva de la mano por las calles de su vida para cumplir con pequeñas obligaciones, jugar en columpios destartalados, visitar la tumba de su difunto abuelo, y siempre mostrándonos la belleza de un mar en calma centelleante, para recordarnos continuamente, que el mineral negro que esconde la tierra se encuentra justo ahí abajo, donde su padre trabaja sin descanso. Con ilustraciones dignas de ser contempladas una y otra vez, y un texto que cautiva los sentidos, este álbum desentierra los tesoros de la madre tierra, que tanto bien hicieron para permitir hacer avanzar al mundo, aunque nunca exentos de un alto precio que todos aquellos entregados a la mina tuvieron que pagar a cambio.

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