Edición lina: 2021
La naturaleza siempre sorprende con sus formas de manifestarse. Ni bloques de hormigón ni luces de neón hacen desaparecer las más bellas manifestaciones de la vida. Diminuto y frágil como un bebé recién nacido, así es lo salvaje. Pero también lleno de sensaciones y olores como la menta fresca o cuevas milenarias que hacen que se disfruten intensamente. Lo salvaje lo tiene todo. De la misma manera puede hacerte daño, como cuando te pinchas con una espina, que hacerte sentir bien cuando una brisa te acaricia la cara al lado del agua. Nunca se termina de conocer lo salvaje. Lo salvaje también son ruidos y lo que hace falta es escucharlos. Para unos serán una amenaza y para otros una melodía. ¿Y en las ciudades existe lo salvaje? Se podría pensar que no. Que sólo hay rascacielos o carreteras. Y, sin embargo, por mucho que el hombre quiera esconder, lo salvaje aparecerá en una flor, una planta, un pájaro o un olor. Da igual donde nos encontremos. La naturaleza siempre aflorará aunque vivamos en una gran ciudad. Conseguir la armonía es lo que nos permitirá no olvidar que todos necesitamos lo salvaje en nuestra vida. Bibliobuses de Segovia