A cuatro ojos. (Por lo menos)
En el verano podemos compartir el tiempo y las risas y los silencios, también. Tiempo para observar lo pequeño, lo que se escapa... Enseñar a mirar es también un aprendizaje. Los mayores señalan y los pequeños miran y también señalan. Aprender cosas nuevas da mucha alegría y jugando más.
Os proponemos un libro singular para compartir. Haciendo suposiciones y a partir de pistas muy descabelladas hay que averiguar qué animal se esconde. Y una vez unidas las piezas ¡Chan, Chan! el animal aparece y cuántas cosas podemos saber de él.