El Festival LINA pone este año la mirada en la naturaleza que no se ve. Si ya prestar una atención detenida a la naturaleza que nos rodea se ha convertido en un reto, poner la mirada en lo que no salta a la vista supone un nuevo desafío. Sin embargo, la naturaleza oculta en el suelo y en el subsuelo se nos presenta no solo con una gran carga de misterio, también reclama el cuidado y la protección.

Cuevas, simas, grutas, fósiles nos llevan hasta las primeras huellas de vida. Volcanes y minerales nos recuerdan las fuerzas y las riquezas que la tierra guarda. Raíces, hongos, acuíferos nos hablan de la vida vibrante que circula bajo el suelo que pisamos. Minas, perforaciones, túneles, conducciones … la huella del hombre sobre la hipodermis del planeta.

Y como este Festival LINA vincula la naturaleza y la literatura miramos también a los libros como fuente de conocimiento y como tesoros artísticos con raíces que vienen de lejos, del fondo de la tradición y que sostienen los relatos que hoy leemos. El subsuelo es también metáfora de lo invisible a primera vista, que es fundamento de lo que está arriba, que es origen y que nos vincula a un pasado que se hace necesario mantener. En esta edición trataremos de mirar despacio, de caer en la cuenta de todo lo que circula por debajo, una vida invisible que nos mantiene en pie. Los perfiles profesionales que nos acompañan en esta edición tratan de equilibrar a especialistas en las profundidades de la literatura infantil con especialistas en las ciencias que se ocupan de la naturaleza más oculta (geología, espeleología, biología). También nos hemos rodeado de profesionales que desde la experiencia en sus lugares de trabajo se ocupan del cuidado de las semillas, las aguas, las rocas, difundiendo el saber y también el amor por todo lo que está ahí, en el fondo, sujetando la vida que circula en la superficie.