Un día, un papá decide llevar a su hijo a ver el universo y mientras se dirigen a las afueras a contemplar el cosmos el pequeño va registrando con su mirada todo lo que hay de vivo en la ciudad: jardines, estanques, animales, briznas de hierba, caracoles… porque todo, es el universo. Un final muy divertido, que rompe la solemnidad del momento, es la clave para comprobar que la naturaleza también tiene su puntito desagradable. Los tonos de los lapiceros de colores de las ilustraciones otorgan calidez a este álbum entrañable donde el padre quiere traspasar a su hijo el conocimiento y la admiración por la naturaleza que le rodea. La ciudad y la naturaleza se interrelacionan para ofrecer un escenario de armonía y respeto. Todavía, un poco lejos de las luces de la ciudad, se pueden ver las estrellas. A Mano Cultura